7.8.16

La Cordillera de los Antes y los héroes de la mano de yeso



1a. quincena, agosto 2016



Un colega trasandino me solicitó, en la inminencia de una actividad académica en la Universidad de Playa Ancha (Valparaíso), información con vistas a la difusión en aquel país de la situación universitaria en el Uruguay. El momento no puede ser más propicio, ya que el punto crítico de la votación de esta Rendición de Cuentas (actualización anual del presupuesto nacional) ha sido la educación y particularmente la cuestión universitaria. Esta situación contrasta con la del precedente año 2015, cuando por estas fechas se discutía el Presupuesto Nacional para el período de gobierno en curso (2015-2019). En aquel momento me encontraba también allende la Cordillera de los Andes, participando en Santiago de un Seminario Internacional sobre Privatización de la Enseñanza Pública. Durante ese seminario se anunció que el presidente Vázquez había decretado la esencialidad (coerción laboral bajo sanción penal) de la educación primaria y secundaria en el Uruguay, ante la ingente movilización del magisterio y del profesorado que temían, como terminó por suceder, la reiteración de las políticas educativas -no exclusivamente presupuestales- llevadas adelante por el precedente gobierno de Mujica.

Aunque en el correr del presente año la polémica se focalizó sobre la Universidad de la República, el debate mediático cundió en torno a las exoneraciones impositivas con que se benefician las donaciones empresariales a las universidades privadas, a raíz de la propuesta de eliminar ese financiamiento indirecto presentada por la diputada Macarena Gelman. La opinión pública no se movilizó, paradójicamente, como efecto del debate acerca de la situación, las perspectivas y la significación de la universidad pública, sino por el contrario, como reacción ante una quita al financiamiento indirecto por el Estado de las universidades privadas (las empresas ven exonerados sus gravámenes impositivos en un 83%).1

Podría suponerse que tal como ocurrió desde los años 90', también en esta coyuntura presupuestal de la educación la derecha neoliberal ganaría todas las discusiones y perdería todas las elecciones, pero este no fue el caso. Aunque la prensa de derecha (que como en toda Latinoamérica al presente, es lo medular de la derecha) dirigiera todas sus baterías contra el “perjuicio a la libertad de educación” e incluso “la discriminación contra los modestos estudiantes becados por las universidades privadas”, la esmirriada prensa de izquierda, los portales de noticias menos involucrados partidariamente y finalmente las redes sociales hicieron pesar los argumentos propios de la educación pública: no discrimina por clientela y es libre académicamente, no forma empresarios sino universitarios.

La significación de este debate es menos ideológica de lo que parece en primera instancia, porque aunque se juegan posiciones públicas, la amplitud y el peso de la cuestión del financiamiento de la educación privada (a expensas de la pública) en el debate sobre la misma educación pública, subraya el lugar que ocupa la educación en la arquitectura social del Uruguay. La irradiación social de la educación nunca es neutra con relación a la condición pública, en cuanto oficia como matriz histórica de la secularización, proporciona la clave que desarticula el fundamento teológico de la soberanía y consolida el efecto en retorno de la soberanía estatal hacia el pueblo.

Esta significación medular para la democracia moderna se encuentra sobredimensionada, en un país como el Uruguay, por la ausencia de escalas de mercado que liberen al tenue capital nacional de la férula estatal, al tiempo que provee, ante la presión de un vecindario regional poderoso, la cohesión de creencias suficiente para resistir la desagregación por influjos fronterizos. De ahí que la educación uruguaya se articule, aún más verticalmente que en la mayor parte de los contextos modernos, con la reproducción ideológica y la orientación política. ¿Cómo podría ser de otro modo en un país pautado por una magra pertenencia religiosa de la población y una significativa hegemonía del sistema de partidos sobre el devenir institucional?

Elegir la educación es elegir un lugar en la sociedad, todo lugar social puede encontrarse, en el Uruguay, fuertemente condicionado por la orientación ideológica y política de la educación. Este ámbito requerido y estratégico a la vez en razón de la problemática nacional, corresponde a un eje que se asocia a la tradición universal de la educación pública. De ahí que las universidades privadas dependan del financiamiento público y que incluso el liderazgo partidario de la derecha conservadora promueva la “integración y cooperación” entre la educación pública y la privada: no forman parte en efecto, en el marco histórico de la educación nacional, sino de una misma configuración social amenazada por las escalas de acumulación económica de la región y vinculadas por una tradición ideológica laica.

Esta significación política de la educación en el Uruguay nos explica, si se vuelve sobre el plano coyuntural del análisis, que el debate público sobre el financiamiento de la educación se haya centrado sobre la quita parcial de los beneficios que reciben las instituciones privadas y no sobre los cometidos propios de la universidad pública. Se trata, en efecto, de una ofensiva en favor de la educación pública fuertemente resistida por sectores vinculados institucional e ideológicamente a la universidades privadas. Esto conllevó la defensa de la educación pública en el escenario parlamentario donde se dirimía la asignación presupuestal. En particular centró los focos de la atención mediática sobre Macarena Gelman, joven diputada del Frente Amplio que recibió sobre su persona, como lo reseñó con acierto Soledad Platero, toda suerte de invectivas, cargadas ante todo de un desprecio social que proviene del más ramplón narcisismo económico.2

La interpretación inmediata de la iniciativa de la joven diputada supondría que corresponde a un posicionamiento de su sector partidario dentro del Frente Amplio. Esta interpretación se encuentra en contradicción con el apoyo que el mismo sector ha dado a la candidatura a la presidencia del Frente Amplio de Alejandro Sánchez, suficientemente investido por José Mujica incluso antes de haberse sufragado a su favor, como para emprender gestiones destinadas a disuadir la actitud rebelde de un sector de los diputados frenteamplistas.3 Cuatro diputados -que no pertenecen al sector de Macarena Gelman- se negaban en efecto, a votar los recortes a todo incremento para la educación pública propuestos por el Poder Ejecutivo, renuencia que amenazaba con privar a la norma presupuestal de la mayoría requerida en la votación parlamentaria (finalmente en Diputados se votó a favor de 860 millones de pesos contra la quita de 1500 propuesta por el gobierno).

El apoyo que el sector de Macarena Gelman (Ir) dió a Alejandro Sánchez en su postulación a la presidencia del Frente Amplio se sustentó en “razones generacionales”, o sea, en la emergencia de un sector de jóvenes frenteamplistas que renovarían la impronta política de ese frente partidario.4 Marcelo Pereira sostiene desde las páginas de La Diaria, órgano que dirige, una perspectiva análoga, en cuanto argumenta que la posterior victoria de Javier Miranda sobre Alejandro Sánchez en los comicios internos del Frente Amplio trasunta la movilización de un electorado ajeno a los aparatos partidarios. Este electorado traduciría un estado de ánimo diferente entre los militantes de la coalición, pero además, señalaría el fin de la hegemonía de los partidos y sectores organizados. Aunque el director de La Diaria no lo afirma sin ambages, puede inferirse de su comentario que prevé la consiguiente configuración de un movimiento genéricamente vinculado al frenteamplismo como tal.

El proceso movimentista en el Frente Amplio es posterior a la dictadura (antes la denominación de “independientes” identificaba mayoritariamente a partidarios solapados de la guerrilla) y se vincula a una distancia creciente con los aparatos partidarios. Se trata de un proceso universal que marca el alejamiento creciente de la militancia respecto a los aparatos de Estado, como consecuencia indirecta de la socialización mediática y la consiguiente desafectación de la índole presencial de las estructuras institucionales. Se genera una tensión entre movimientos y redes por un lado y aparatos partidarios por el otro, que refleja de forma privilegiada el ocaso de la política electoralista, como lo comenta oportunamente Rancière respecto al actual movimiento contra la Ley del Trabajo en Francia.5

Si a ese proceso universal le sumamos la vertical caída del electorado en los comicios internos del Frente Amplio (primero pasó de 220.000 votantes a 170.000 y en esta tercera elección cayó a 92.500), el proceso no parece indicar una radicalización, sino por el contrario una liquefacción simultánea de las estructuras partidarias y de los sectores movimentistas dentro de los partidos. Esta es la conclusión a la que apunta la encuesta de opinión desarrolla por Bottinelli, quien destaca una significativa observación social: los que abandonan el Frente Amplio son los militantes de la primera hora y los hijos de hogares frenteamplistas.6 Esta tendencia confirmaría que lejos de la percepción que desarrolla Pereira de un “movimiento transversal”, por el cual “algo está cambiando en el Frente Amplio”, lo que sucede es que sectores más tibios ideológicamente y capturados por un compromiso ante todo institucional, en el que se identifica de forma ingenua lo público con lo partidario, encuentran un espacio tan oportuno como oportunista dentro del Frente Amplio. Esta tendencia lejos de confirmar el sueño de una “proliferación de la generación del 83'” -que identificó en aquel momento a los movimentos sociales con el Frente Amplio, está marcando el ascenso de un frentamplismo movimentista sí, pero más en el sentido del “sociolismo” que en el del socialismo. La victoria de Javier Miranda, apoyado por el sector más conservador del Frente Amplio -en particular el Frente Líber Seregni, con el que tiene desde ya una deuda de candidatura, parece representar más un movimiento de edulcoración estatista del frentismo que un movimiento vinculado a una energía movimentista de las bases.

En vez de encontrarse, como el viajero que se dirige a Chile desde la llanura argentina, con la abrupta mole de la Cordillera de los Andes, quien busque explicar la radicalización del debate sobre la educación pública por el proceso interno al Frente Amplio, se encontrará ante una inmensa Cordillera de los Antes. ¿Será necesario recordar las invectivas contra las maestras, los profesores y los universitarios por parte de Mujica? ¿No es Alejandro Sánchez una figura promovida por el propio Mujica, como lo fue en su momento el ahora descartable ex-canciller Almagro? ¿O será necesario recordar el apaleamiento y la posterior criminalización mediática de los estudiantes que ocupaban el Codicen a fines del año pasado? ¿Alguien olvidó que la actual ministra de educación consideró a un frentamplista -incluso ex-miembro de su propia cartera ministerial- que osó cuestionarla como “apenas un maestro de 6o año de escuela resentido”? ¿Y el “Plan Ceibal”, que iba a aportar una “revolución pedagógica” y terminó siendo tan importante, según su principal protagonista, como “contar con agua corriente” en los edificios escolares?

Quizás la partidocracia imperante e infusa en el Uruguay dificulta la percepción del dinamismo que cunde en favor de la educación pública, incluso a través de la propuesta que sostuvo Macarena Gelman y votaron sus compañeros de bancada, en cuanto proviene ante todo de los protagonistas del propio proceso educativo. Se repite al presente, por parte de los funcionarios de la Universidad de la República, un gesto que desde 2013 puso en vilo y escandalizó a la moral partidocrática uruguaya: la propuesta de denunciar públicamente a los diputados frenteamplistas que votaran este presupuesto para la educación tal como lo propuso el gobierno.7 La denuncia consitió, en aquel entonces, en proponer que los diputados y senadores perciban el mismo salario que los educadores, acompañada de la publicación de las respectivas escalas de salarios. Mientras la movilización del profesorado de secundaria se mantiene en los mismos términos, la asociación de docentes de la Universidad de la República anunció que una vez llevada la situación al límite y contra su designio, entraría en huelga, declaración que por lo moderado no deja de contrastar con la anterior desmovilización ideológica del mismo sector, ante los que muchos consideraban aún “un gobierno de compañeros”.

También el movimiento de la educación pública ha encontrado una conducción, quizás allí donde muchos no lo esperaban (quien redacta estas líneas tampoco, corrresponde decirlo). Una vez asumido el rectorado de la Universidad de la República a mediados de 2014, Roberto Markarián cuestionó sucesivamente el “Sistema Nacional de Competitividad” (es decir, la integración de la universidad en el empresismo mercadocrático),8 el Plan Google-Ceibal (es decir, la entrega del acerbo informativo de la educación nacional a una empresa privada)9 y las presiones políticas sobre los miembros universitarios de la Comisión del Patrimonio (para que adoptaran resoluciones de contenido religioso).10 Quizás a ese perfil autónomo se debe que la universidad se haya visto retirar, por el Ministerio de Economía, todos los incrementos previstos para 2017, que ahora el Parlamento parece optar por restituirle parcialmente (el Senado aún no se pronunció). Quizás también esta quita fallida haya sido bien estigmatizada por el rector Markarián cuando se refirió a esa actitud considerándola de “pequeñez”.11

Para leer los efectos en el gobierno y en el partido que lo apoya en el parlamento, quizás convenga considerar cierto arrojo del contragobierno que proviene de “obreros y estudiantes unidos y adelante”, antes que votaciones parlamentarias protagonizadas por héroes de la mano de yeso.



1Cuestión de pesos” Montevideo Portal (01/08/16) http://www.montevideo.com.uy/auc.aspx?316009
2Platero, S. “Los resentidos de siempre” La Diaria (05/08/16) http://ladiaria.com.uy/articulo/2016/8/los-resentidos-de-siempre/
3Gobierno y el FA buscan deshacer el “enredo” de la Rendición” El Observador (29/07/16) http://www.elobservador.com.uy/gobierno-y-el-fa-buscan-deshacer-el-enredo-la-rendicion-n948111
4Lugar para todos” La Diaria (12/04/16) http://ladiaria.com.uy/articulo/2016/4/lugar-para-todos/
5“Entrevista a Jacques Rancière realizada por Joseph Confraveux” Boletín No 9 de Universidades en Cyberdemocracia, http://entre-dos.org/node/169
6Bottinelli: Novick sociológicamente es un partido político” El Observador (01/08/16) http://www.elobservadortv.uy/video/8823601-bottinelli-novick-sociologicamente-es-un-partido-politico
7Trabajadores de UdelaR se suman a los paros y las ocupaciones” El Observador (29/07/16) http://www.elobservador.com.uy/trabajadores-la-udelar-se-suman-los-paros-y-las-ocupaciones-n948329
8Objeto de estudio” La Diaria (13/04/16) http://ladiaria.com.uy/articulo/2016/4/objeto-de-estudio/
10Pittaluga, J. “Renuncian tres integrantes de la Comisión del Patrimonio tras una “sesión caliente” por instalación de la Virgen en la Rambla” Búsqueda (17-30/03/16) http://www.busqueda.com.uy/nota/renuncian-tres-integrantes-de-la-comision-de-patrimonio-tras-una-sesion-caliente-por
11Markarián apunto al gobierno: recorte es “actitud de pequeñez” El Observador (09/07/16) http://www.elobservador.com.uy/markarian-apunto-al-gobierno-recorte-es-actitud-pequenez-n938828